“Wereable”… Es un neologismo inglés que, si bien no tan popular como “selfie”, empieza a sonar cada vez con más fuerza y conlleva en sí una transformación muchísimo más profunda que el hábito de realizarse autofotos. “Vestible” sería, más o menos, su traducción literal al castellano y habla de los artículos tecnológicos que día a día se convierten en parte de la indumentaria del día a día de cada persona. Remontando el tiempo se descubre que esto no es estrictamente algo nuevo: el reloj colgante (que luego sería pulsera) nació hacia el año 1500. Lo nuevo, los absolutamente transformador, es que estos aparatos/prendas/accesorios viene con conexiones a internet e interactúan constantemente con un gigantesco ecosistema electrónico.
Pero aunque el IoT (sigla de “internet of things” o “internet de las cosas”, en castellano) también es un concepto que tiene algunos años (no tantos como el reloj pulsera, claro) recién ahora empieza a dejar aceleradamente el terreno de la teoría y se materializa a un ritmo pasmoso. Así es que se estima que hoy hay casi tres dispositivos conectados a Internet por cada ser humano en el planeta. Para 2025, esa proporción será de 10 a 1. Investigación de IDC (International Data Corporation, consultora líder en mercados electrónicos) y según pronósticos demográficos de las Naciones Unidas.
Hoy se vive una era donde todo tipo de dispositivos encuentran la manera de conectarse a Internet: desde los anteojos inteligentes del famoso buscador de la web, hasta los termostatos de un equipo de aire acondicionado, los sensores de automóvil, o dispositivos médicos, medidores inteligentes de servicio eléctrico y hasta equipos complejos en plantas industriales, este último fenómeno denominado “Industria 4.0” sobre el que presentamos un informe en una edición anterior de Generación Industrial.
¿Y por qué está en auge el IoT? En el caso de la gente común por comodidad, practicidad y por una suerte snobismo digital. Pero en el caso de las empresas, hay cuestiones mucho más profundas. “A veces se trata de algo tan simple como reducir costos. Por ejemplo con medidores inteligentes que reducen la mano de obra relacionada con la lectura de esos medidores. Pero un factor más importante es la ola de transformación digital que está alcanzando a todas las empresas. La DX (experiencia digital, según sus siglas del inglés) es un esfuerzo para optimizar la experiencia del cliente durante ‘momentos importantes’, y el IoT ofrece una manera de hacer exactamente eso”, explicó Dean Coclin, Director Senior de Negocios de DigiCert durante su visita a Buenos Aires en abril pasado para participar del primer IoTDay local, un evento que se da en cada ciudad que empieza a sumarse a este nuevo paradigma donde confluyen conceptos como el de la “Nube”, “smartcities”, “fábrica del futuro”, “criptomonedas”, “big data”, “inteligencia artificial”….
La nube es un aspecto central en este esquema. Es que hacia ella confluye una importantísima porción de la información en tránsito que genera la IoT. Desde las lecturas de –por ejemplo- un aparato médico de control de apnea del sueño (desarrollado por la empresa Philips) que está en la casa del paciente y debe ser leído por el médico que está en un congreso profesional en otro país, hasta los datos de plazas disponibles de estacionamiento en una ciudad. Desde el nivel de iluminación de una red de alumbrado público, hasta la cantidad de tickets vendidos para un espectáculo masivo. Desde la demanda de autos de alquiler en plataformas electrónicas, hasta los faltantes de mercadería en la góndola de un supermercado; desde la disponibilidad de materias primas en stock hasta la temperatura de un criaderos de pollos…. Todo, eventualmente, sube a la nube y desde allí es tomado por quienes gestionan esa información para lograr resultados más eficientes.
Coclin continuó con la definición del concepto de DX en el comercio retail: “Los dispositivos pueden monitorear la experiencia del cliente y realizar cambios inmediatos de una manera que anteriormente era imposible para las empresas”. Tendencias como la “customización” de productos de venta masiva también llegan con la IoT. Un ejemplo extremo: quizá en algún momento el packaging de una golosina pueda hacerse con la imagen de la persona amada.
En materia industrial, como se dijo, el IoT ya no solo hace pie: empieza a montar sofisticadas estructuras. En la Hannover Messe 2019 empresas multinacionales de servicios industriales como ABB y Ericsson mostraron sus aportes para lo que se da en llamar la “fábrica del futuro” en donde se insinúa como protagonista la robótica flexible, las tecnologías inalámbricas y la tecnología de control de movimiento.
Es que a nivel mundial, la industria es una de las actividades económicas que más ha adoptado los criterios de internet de las cosas. Según un relevamiento de la consultora internacional ReRez Research hecho entre 700 organizaciones de cinco países con un tamaño promedio de 3.000 empleados, resultó que la industria lidera este giro tecnológico con el 32% de los casos. Le siguen las empresas dedicadas al “Cuidado de la salud” con el 25%; comparten ese porcentaje las compañías dedicados a productos de consumo masivo y terceras ranquean las compañías de transporte, con el 18%.
¿Por qué las empresas están tan interesadas en el IoT? El relevamiento determinó que los cuatro objetivos principales que intentan alcanzar son:
- Aumento de la eficiencia operativa
- Una mejor experiencia del cliente
- Mayores ingresos
- Alcanzar agilidad comercial.
Dean Coclin, de DigiCert (cuya filial argentina es CertiSur) explicó que desmenuzaron ese informe y “encontramos que existe un fuerte interés en el IoT. El 83 % de las empresas consultadas afirma que el IoT es muy importante para su negocio en la actualidad. Esa cifra llega al 92 % cuando se pregunta sobre la importancia del IoT para 2020. Aunque aún está en sus inicios: apenas un tercio afirma haber completado la implementación de su estrategia del IoT. La mayoría apenas está empezando”, indicó.
El incentivo para enfocarse en este paradigma está fundamentado en otras previsiones que anticipan quepara 2021, al menos el 50% del PIB mundial será digital, y el crecimiento de cada mercado estará impulsado por ofertas, operaciones y relaciones mejoradas digitalmente.
Ahora bien… ¿Cómo está Argentina y Lationamérica para adaptarse a este cambio en marcha? Lamentablemente, no parece auspicioso… En julio pasado, en la ciudad de Córdoba se realizó el Congreso Latinoamericano de Telecomunicaciones – CLT 2019. Allí expuso Juan Jung, Director de Políticas Públicas de de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET), quien explicó que los desafíos de inversión en la región se dan en un contexto muy complejo de poco crecimiento económico y con una regulación que no contempla los cambios distributivos que trae el nuevo paradigma.
Jung estimó que la inversión necesaria en infraestructura TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) para que América Latina alcance los niveles de la OCDE, es de U$S161.000 millones acumulados a 2025, mayor a las que se vienen haciendo.
El ejecutivo remarcó que “para incrementar las inversiones es fundamental un entorno regulatorio e institucional que favorezca la confianza de los inversionistas” y agregó que en aquellos sitios donde las instituciones se perciben estables y de calidad, las inversiones son mayores. Además, Observó que tenemos un escenario complejo para la sostenibilidad del Ecosistema Digital: más demanda de tráfico sobre las redes; Altas necesidades de inversión; Ingreso por usuario cada vez más bajo y marcos regulatorios desfasados; “Hay una ecuación que no cierra, tenemos que abordarla desde la política pública”, concluyó.
Pero… También hay inseguridad en el mundo digital
Si bien la Internet de las Cosas, IoT, se presenta como una panacea económica, cierto es también que aún existen riesgos y perjuicios concretos para las empresas que se suman a ella. “Entre las compañías que tienen más problemas con la seguridad del IoT, el 25 % declaró al menos 34 millones de dólares en pérdidas en incidentes de seguridad. A menos que se realicen cambios, ese número solo aumentará con las futuras implementaciones”, explicó Dean Coclin, de la firma DigiCert durante su exposición en Buenos Aires.
“En un mundo con 80 mil millones de dispositivos conectados es un mundo con una superficie digital mayor que es vulnerable a amenazas. Ya hemos observado ataques a gran escala realizados a dispositivos del IoT, pero los expertos afirman que esto es apenas la parte visible de un iceberg”, graficó el especialista en seguridad electrónica. Es que conexiones que se establecen en el éter entre, por ejemplo, una línea de producción y sus proveedores; o entre un banco y uno de sus clientes que se conecta por celular, deben tomar los recaudos necesarios para no ser vulneradas por alguien que quiera adueñarse de esa información con fines delictivos.
Las cuatro preocupaciones principales que admiten las empresas respecto al IoT son: Seguridad, Privacidad, Costo y Regulaciones.
El punto de vista de Chile
Por esos días se realizó el “LatAm IoT & Tech Forum: Creando las condiciones para insertarse en la economía 4.0”, en Santiago de Chile. Allí asistieron representantes de los sectores público y privado, emprendedores y expertos que debatieron acerca del rol que tendrá en el futuro “la Internet de las Cosas” en la economía digital y su importancia para Chile.
Julio Pertuze, jefe de la división de Economía del Futuro del Ministerio de Economía de Chile enfatizó que las revoluciones económicas previas, como la industrial, han ocurrido “cuando se innova en los procesos” y estimó que “con los nuevos avances en automatización, un 50% de los empleos se verán afectados”.
A su turno, Roberto Cabanillas, director de servicios digitales de Ericsson, dijo que la digitalización de industrias basada en la infraestructura 5G podría generar un potencial aumento de 36% en los ingresos de empresas.
Para el director ejecutivo de la startup chilena Memética, Daniel Kopric, esta transformación digital implicará un alto impacto sobre la cultura y los empleados en las organizaciones, los que tendrán que buscar nuevos talentos.
Fiel a su tradición minera, Chile está trabajando intensamente en incorporar el concepto IoT a esa actividad. Así, el Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC) de la Universidad de Chile está explorando la aplicación de tecnologías como análisis de big data, automatización e inteligencia artificial para empresas mineras. “Las máquinas hacen el trabajo, los softwares la inteligencia y las personas lo controlan,” explicó Ronald Monsalve, de la comisión estatal del cobre Cochilco.
La re-evolución tecnológica del campo
El campo es un sector que ha percibido cómo los avances tecnológicos aportan importantes beneficios, no sólo a nivel económico, también en el procesamiento de los datos tomados a través de drones, GPS y sensores.
Las conexiones que utilizan como medio de enlace un satélite se perfilan como una opción que ofrece numerosas ventajas: no poseen limitaciones geográficas y pueden establecerse casi de inmediato, sin necesidad de desplegar infraestructuras terrestres, por lo que se convierten en ideales para zonas rurales, suburbanas y de difícil acceso, en donde no hay instalación de cable ni fibra óptica.
“Este tipo de servicio ofrece numerosas ventajas especialmente a establecimientos agropecuarios, fabriles, frigoríficos y a todo tipo de empresas que necesitan internet de alta capacidad, servicio efectivo y constante.
A través de software y aplicaciones se simplifican tareas como la detección temprana de plagas, la planificación de las cosechas, el control de stock de granos y alimentos o el monitoreo de variables que afectan la producción (humedad, temperatura, condiciones del suelo), entre otras. Es llevar el concepto de Internet de las Cosas también a zonas habitualmente aisladas como las rurales”, explicó Rodrigo Lobera desde la empresa Orbith, único proveedor en Argentina de conectividad satelital de alta capacidad.