BATERÍAS DE LITIO: UN RIESGO SILENCIOSO QUE EXIGE PREVENCIÓN Y DETECCIÓN TEMPRANA
Celulares, notebooks, monopatines y hasta sistemas de alarma cuenta con una o varias de ellas. Pero, aunque muchos no lo saben, su practicidad conlleva riesgos que deben ser tenidos en cuentas. En la siguiente no, recomendaciones de la Cámara de Seguridad Electrónica para evitar disgustos.
Las baterías de litio, presentes en celulares, notebooks, monopatines y hasta en sistemas de alarma, se han vuelto imprescindibles en la vida moderna. Pero su mal uso o una falla pueden convertirlas en una fuente de incendios repentina y devastadora. Desde CASEL advierten que la prevención y la detección temprana son claves para evitar tragedias.
La Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (CASEL) advierte sobre un fenómeno que crece en la vida cotidiana: el uso de baterías de litio-ion. Estas fuentes de energía están presentes en casi todo lo que usamos a diario: celulares, notebooks, monopatines eléctricos, bicicletas y, cada vez más, también en dispositivos de seguridad electrónica como sistemas de alarma. Su eficiencia y autonomía han transformado nuestra manera de comunicarnos, trabajar y protegernos, pero al mismo tiempo traen consigo un riesgo que no siempre se dimensiona: la posibilidad de incendios si no se manipulan de manera correcta.
El problema no es menor. En países como el Reino Unido, más de 300 incendios registrados en 2024 estuvieron vinculados a baterías de litio en bicicletas y monopatines eléctricos. A nivel mundial, se proyecta que en 2026 podrían desecharse 78 millones de estas baterías por día, aumentando las probabilidades de accidentes en hogares, empresas y espacios públicos. En la Argentina, donde el uso de esta tecnología se expande de forma acelerada, todavía falta conciencia sobre los cuidados necesarios.
Los incendios provocados por baterías de litio son especialmente peligrosos porque suelen producirse de manera repentina, alcanzando temperaturas muy altas y liberando gases inflamables. Este fenómeno, conocido como fuga térmica, puede iniciarse durante la carga o por fallas internas y extenderse en segundos. Frente a este escenario, la detección temprana de incendios cobra un valor estratégico: contar con detectores de humo y sistemas adecuados de alarma puede marcar la diferencia entre un incidente controlado y una tragedia mayor.
Desde las instituciones dedicadas a la seguridad se subraya que la prevención es el primer paso. Usar siempre cargadores originales, no dejar los equipos enchufados por tiempos prolongados, y retirar inmediatamente de circulación las baterías dañadas o deformadas son medidas sencillas que reducen los riesgos. Pero, además, debemos avanzar en la cultura de la protección integral, donde la tecnología de detección de incendios actúe como complemento indispensable para brindar seguridad en viviendas, oficinas y comercios.
Hoy más que nunca, la seguridad está atravesada por esta realidad: las mismas baterías que hacen funcionar nuestros teléfonos o alarmas también pueden convertirse en el origen de un fuego. La clave está en convivir con ellas de manera responsable, combinando buenos hábitos de uso, puntos de descarte diferenciados y sistemas de detección que nos den tiempo de actuar.
Nota elaborada por CASEL, Cámara de Seguridad Electrónica