December 22, 2024


Por Javier Minsky, CEO de Virtualmind

En la última década y sobre todo en las circunstancias que estamos atravesando, las apps móviles se han posicionado como unas de las herramientas más eficaces y familiares por la comodidad y agilidad para los usuarios. Y no es para menos, ya que las aplicaciones facilitan la vida de las personas, promueven la interconectividad y mejoran la experiencia en la adquisición de productos y servicios.

Las telecomunicaciones se están adaptando a la transformación digital y a nuevos usos y hábitos sociales frente a la pandemia, para poder asumir lo más pronto posible su nuevo rol, que consiste en dar movimiento a la economía y sostener de manera virtual los servicios básicos de la población y acercar a los actores sociales, más allá del distanciamiento. En este contexto, todos percibimos cómo WhatsApp, Facebook, Instagram y TikTok continúan siendo las aplicaciones más usadas en redes fijas y móviles.
Según un estudio realizado por la compañía Flurry Analytics, el usuario promedio pasa alrededor de 5 horas diarias en su teléfono y más de la mitad de este tiempo lo dedica a las apps. Por su parte, un reciente informe de App Annie indica que los usuarios gastaron más de 23.000 millones de dólares en apps durante el primer trimestre del año.
Las apps se transformaron en un recurso clave para muchas actividades, rubros y negocios, adaptando esquemas de trabajo ante el aislamiento social, preventivo y obligatorio cuya finalización es cada día más incierto.
De esta forma, según el mencionado estudio realizado por la plataforma App Annie, en el transcurso de la semana del 14 al 21 de marzo se descargaron 62 millones de apps móviles de videoconferencia en todo el mundo, lo que significa un incremento mayor al 45% de acuerdo a datos de la semana anterior. Respecto de 2019, considerando la misma semana, el aumento es superior al 90%.
En este sentido, a modo de ejemplo, en lo que respecta a GooglePlay, las categorías más descargadas han sido Juegos, seguido por Herramientas y Entretenimiento, así como también se percibe un notable crecimiento de categorías que – pre COVID-19 – no eran tan descargadas como Salud y Entrenamiento y Educación, y de herramientas de videoconferencia y trabajo colaborativo como Zoom, Hangouts Meet y Teams, que son las más utilizadas para el ámbito educativo y laboral, fundamentalmente.
Como se puede apreciar, las apps se utilizan – entre otras cosas – para apoyar a los trabajadores frente a los nuevos desafíos que plantea la pandemia con relación al mercado laboral. Una iniciativa común ha sido la transferencia de trabajadores hacia servicios que continúan operando, ya sea adaptando sus operaciones o fomentando el movimiento de trabajadores entre plataformas.
Las apps también han puesto en práctica y se han esforzado en comunicar medidas de apoyo a la población general, como por ejemplo logística gratuita, asistencia en uso de herramientas digitales o intermediación de donaciones.
También contribuyen en materia de control en propagación del virus, brindando apoyo directo a los sistemas de salud y sus sectores vinculados. Estas contribuciones abundan en el segmento de servicios presenciales (que incluyen la oferta de comidas, alojamiento y logística gratuita para personal sanitario), pero cobran especial relevancia en el sector de servicios profesionales en línea, en tanto pueden reducir la presión sobre los sistemas sanitarios y centros de atención ciudadana de manera remota, y contribuir en la adaptación de los métodos de entrega de algunos oficios a los entornos digitales.
Las iniciativas relevadas ponen de manifiesto la rapidez con que las plataformas han adaptado sus operaciones y desplegado iniciativas capaces de colaborar con el sector público para apoyar la gestión sanitaria.
Esta pandemia invita a avanzar en una mayor coordinación público-privada para dar un salto cualitativo y cuantitativo en servicios a clientes y comunidades, entendiendo que garantizar un marco de protección y derechos laborales justo y sostenible para los trabajadores debe ser la prioridad tanto para estimular la economía como para limitar los efectos directos de la pandemia en la salud pública.

 

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