RADIOGRAFÍA DEL CONSUMIDOR DE ALARMAS EN ARGENTINA: QUIÉN COMPRA, CÓMO Y POR QUÉ

Quien quiere proteger su casa, su negocio o a su familia, busca eficiencia pero también sistemas fáciles de usar, que no lo frustren ni lo dejen a mitad de camino. Pero, a la hora de adquirir un sistema, considerar que pueda permanecer casi sin mantenimientos por más de 10 años, entre otras características.
Por Diego Madeo*
En un país donde la inseguridad es parte cotidiana de las charlas familiares, las alarmas dejaron de ser un lujo para convertirse en una necesidad. Pero, ¿quiénes están comprando estos sistemas? ¿Por qué lo hacen? ¿Qué tipo de alarmas eligen y cómo cambia su comportamiento según la edad, el lugar donde viven o el contexto económico?
La respuesta no es lineal, pero sí revela tendencias claras: el consumidor argentino está cada vez más atento, más informado y, sobre todo, más exigente. Quiere proteger su casa, su negocio o a su familia, pero también busca sistemas fáciles de usar, que no lo frustren ni lo dejen a mitad de camino. La funcionalidad sin interrupciones desde el panel de alarma a la aplicación es vital, y sobre todo las velocidades de comunicación serán parte fundamental a la hora de adquirir un sistema que generalmente puede permanecer casi sin mantenimientos por mas de 10 años.
¿Quién compra?
El perfil del comprador de alarmas se ha diversificado. Ya no se trata solo de empresas o familias de alto poder adquisitivo. Hoy, según distintos estudios del sector, el 74 % de las consultas provienen de hogares particulares. El crecimiento de los kits auto-instalables y la posibilidad de monitorear desde el celular democratizaron el acceso.
En zonas urbanas, como CABA, Gran Buenos Aires, Rosario o Córdoba, el cliente típico es una familia con hijos que trabaja todo el día fuera de casa. En barrios cerrados, se observa una demanda más sofisticada: alarmas con control perimetral, domótica y cámaras integradas. En cambio, en ciudades del interior o zonas rurales, crecen las consultas de comerciantes, pequeños productores o personas mayores que viven solas.
El dato interesante es que la edad ya no es una barrera. Aunque las generaciones más jóvenes son nativas digitales y se sienten cómodas manejando una app de alarma, cada vez más adultos mayores, ayudados por familiares o técnicos locales, se suman a la protección electrónica. Por otro lado las aplicaciones permiten formar comunidades con vecinos o familiares en donde se comparten las notificaciones del sistema de seguridad, como así también los pánico so emergencia medicas generadas.
¿Qué buscan?
El argentino promedio no busca una alarma cualquiera. Quiere una que funcione siempre, que no lo haga correr cada dos por tres por falsas alarmas, y que le permita estar conectado desde su celular. Ya no alcanza con una sirena fuerte: se busca control, visibilidad y respuesta.
El servicio postventa y la atención técnica son factores decisivos. Muchos compradores llegan al mercado tras una mala experiencia con un sistema que no pudieron configurar o que quedó desactualizado. La experiencia de compra y la confianza en el instalador o la empresa marcan la diferencia.
También hay un elemento emocional. El usuario no compra “una caja con sensores”. Compra tranquilidad. Por eso se observa una fuerte respuesta positiva a sistemas que incorporan botón de pánico, alertas médicas o sensores de humo y monóxido. La alarma deja de ser solo “para los ladrones” y pasa a ser una red de seguridad más integral.
¿Cómo eligen?
Las decisiones ya no pasan exclusivamente por el precio. De hecho, el 62 % de los usuarios prioriza la confianza en el proveedor antes que el costo, según datos internos de empresas del sector. El argentino compara, lee reseñas, pide recomendaciones por WhatsApp o redes sociales. Las marcas con mayor presencia digital y reputación bien cuidada llevan ventaja.
Sin embargo, el presupuesto sigue siendo un factor importante, especialmente en un contexto inflacionario. Por eso, crecen las alternativas flexibles: alarmas auto-instalables sin cuotas mensuales, o modelos con abonos accesibles. También gana terreno la opción híbrida: instalar primero una alarma básica y luego sumar cámaras o automatización según el bolsillo.
Sin embargo, más allá del crecimiento sostenido del segmento domiciliario, que incorpora cada vez más sistemas de alarma, ya sea auto-instalables o con monitoreo profesional, son los comercios quienes lideran hoy la demanda de servicios de monitoreo permanente. Panaderías, farmacias, locales de indumentaria, ferreterías, estaciones de servicio y hasta consultorios médicos: todos encuentran en el monitoreo 24/7 una herramienta clave para proteger su inversión.
Para estos clientes, la alarma no es solo una medida de seguridad, sino una extensión de su sistema operativo diario. Necesitan saber si alguien abrió antes de hora, si hubo un ingreso fuera de horario o si se produjo una interrupción en el suministro eléctrico. Y sobre todo, necesitan que alguien responda, incluso cuando ellos no están.
Las empresas de monitoreo ofrecen precisamente eso: una respuesta inmediata y profesional los 365 días del año, con protocolos claros ante emergencias, comunicación directa con fuerzas de seguridad, y cada vez más, servicios complementarios como videoverificación, alertas técnicas y soporte preventivo.
¿Por qué ahora?
Detrás del crecimiento sostenido en la demanda, hay una razón evidente: el aumento de hechos delictivos. La percepción de inseguridad es alta y generalizada. En muchas zonas, las consultas por sistemas de alarma crecieron más del 30 % en los últimos 12 meses, especialmente tras robos conocidos en el barrio.
Pero también hay otro factor: la tecnología se volvió más cercana. Hoy se puede controlar una alarma desde el mismo celular que usamos para mandar un mensaje o ver una película. Esa familiaridad tecnológica reduce barreras y multiplica las ventas.
* Director Ejecutivo de Garnet Technology (www.garnet.com.ar)