April 29, 2024

La inteligencia artificial (IA) ha estado en la agenda y fue un tema viral en medios y redes sociales desde el lanzamiento del ChatGPT (herramienta que produce textos automatizados en diferentes formatos e idiomas). Desde entonces, hubo una escalada en nuevas aplicaciones para el usuario final con interfaces fáciles y accesibles, que prendieron las alertas conspirativas de hasta los más alejados en el uso de la tecnología.
Pero la inteligencia artificial existe desde hace años y ha sido parte de nuestras vidas sin darnos cuenta. Desde el GPS, los algoritmos de las plataformas que proponen contenidos cercanos a nuestros gustos, los chatbots (atención al cliente automatizada), hasta Siri y Alexa (asistentes virtuales), todos utilizan esta tecnología.


Casos argentinos de uso de la IA
Algo tan sencillo como ir de compras al supermercado de cercanía también puede estar siendo beneficiado por su uso. Elvio Cescato, fundador y CEO de Nextbyn -una Scale Up rosarina especializada en software de distribución de consumo masivo en todo Latam- comenta, “En una economía sumamente volátil como la argentina, poder analizar grandes cantidades de datos en tiempo real para tomar una decisión certera a la hora de hacer un pedido a un proveedor, es posible gracias a la IA que, en nuestro caso incorporamos al producto Venta Inteligente”.
De esta manera tener este tipo de aplicaciones les permite obtener información valiosa a los distribuidores de productos acerca de las tendencias del mercado, las preferencias de los clientes, la tendencia de consumo, la temporalidad y otros factores que pueden afectar sus operaciones. “Con esta información, las empresas hoy pueden tomar decisiones de compras con menos posibilidad de error, basadas en datos reales -no en corazonadas- y adaptarse rápidamente a los cambios en el mercado, ahorrándose mucho dinero en pedidos invendibles. Tenemos clientes que han reducido su stock en un 20% gracias al uso de este tipo de herramientas que posibilitan una mejor planificación, una rotación de stock optimizada y un volumen de ventas en crecimiento, basándose en el conocimiento de los hábitos de consumo que el algoritmo predice”, asegura Cescato.
Y si de viajar se tratara, ¿cómo podría mejorar nuestra experiencia esta tecnología? Posiblemente la industria turística sea una de las más innovadoras a la hora de aplicar la inteligencia artificial digital, para darle al viajero experiencias únicas.

“En nuestro caso, no hablamos de IA sino de inteligencia aumentada: ya que nuestro modelo está diseñado para mejorar la inteligencia humana en lugar de reemplazarla. De esta manera, brindamos un servicio de planificación de viajes utilizando la inteligencia artificial generativa para mejorar la productividad de nuestros agentes de viajes”, comenta Marcelo Morales Rins CEO y Founder de Blinktrip, agencia boutique especializada en experiencias personalizadas y memorables.
“Como servicio post-venta de un paquete, y entendiendo las cualidades del viajero, entregamos una guía taylormade del destino. Así hemos logrado reducir el tiempo requerido para adaptar estas minuciosas guías según gustos, edad, tipo de viajero, cantidad de personas, etc , pasando de una hora a tan solo 10 minutos”, confirma Morales quien ha visto aumentar la productividad de cierre de ventas en el último año en un 18% gracias a la exactitud que le brindan estas herramientas.
El mundo del arte no se queda atrás. Martín Gonzalez CEO y cofounder de BAG -compañía especializada en tecnología aplicada al entretenimiento, el arte y la cultura experiencial- se expresa muy entusiasta. “Creemos que el futuro del arte está relacionado con la ciencia y la tecnología. Es por eso que nosotros trabajamos en conjunto con los artistas en sus producciones acercando nuevas herramientas como IA, AR (Realidad Aumentada), VR (Realidad Virtual), etc” .
Pero Gonzalez nos deja una reflexión: “La IA y el futuro del trabajo de los artistas están entrelazados en una danza incierta. Mientras la inteligencia artificial promete herramientas revolucionarias para la creatividad, también plantea interrogantes sobre el papel del artista en un mundo cada vez más automatizado. ¿Serán los artistas meros conductores de algoritmos, o encontrarán formas de colaboración simbiótica que enriquezcan y desafíen la expresión humana?”

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