May 16, 2024


Con más de 2000 inscriptos, en octubre se realizó el 1° Congreso Nacional de Etiquetado de Eficiencia Energética de Viviendas, organizado por Argentina Green Building Council (AGBC), la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (ANDIMA) y el Instituto de la Construcción en Seco (INCOSE), con el auspicio del COPIME. Esta jornada contó con múltiples personalidades y referentes especialistas del ámbito público y privado; quienes compartieron su testimonio y expertise para ahondar en la construcción de un futuro sustentable.

Participaron también múltiples organizaciones de la construcción en calidad de sponsors, como Barbieri, Saint-Gobain y Sika, para la categoría platino, entre otros.
En un país donde, según la compañía SAESA, el sector de la construcción representa el 40% del consumo total de energía, se debe tener siempre presente el desafío de la eficiencia energética, ya que no es una cifra menor. Por ello, es fundamental considerar las distintas variables que se verán involucradas en el proceso y potenciar un consumo sustentable y eficiente, para un impacto positivo. Para llevar a cabo este proceso, el etiquetado brinda a los profesionales de la industria la posibilidad de evaluar de forma rápida las diferentes alternativas constructivas en pos de disminuir el consumo de energía sin resignar, por ello, confort.
En esa línea, el etiquetado de eficiencia energética es un paso clave para evaluar las funcionalidades de la vivienda, ya sea construida o en proyecto de obra. A partir de esta herramienta de fácil aplicación, se transparenta esta información para el usuario final que desea adquirir o alquilar una vivienda, presentándose como un elemento importante a la hora de decidir.
Por otro lado, esta certificación permite incidir en el largo plazo, como un sello distintivo que potencia el valor del inmueble, promoviendo la inversión, el desarrollo y el trabajo local. Para obtenerla, se analizan múltiples aspectos relacionados al diseño arquitectónico de la vivienda, las protecciones solares, el aislamiento térmico de las envolventes, la calidad y el estado de las aberturas, las infiltraciones de aire, los sistemas de calefacción, la refrigeración y el calentamiento de agua, entre otros.
El resultado final es la obtención del IPE, Índice de prestaciones energéticas de la vivienda, que permite clasificarla entre la letra G (muy ineficiente) y la letra A (altamente eficiente).

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